21 ago 2025

#reflexiones

Ya nadie lee blogs

Ya nadie lee blogs

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Este blog nace para hablar del proceso. Del making of. De los trapos sucios y de lo que no se sube a Instagram. Quiero contar cómo nacen las ideas, cómo cambian, cómo se reciclan... y también cómo se van a la m*erda. Porque, siendo honestos, los errores a veces enseñan más que los aciertos, aunque no queden tan bonitos.

¿Por qué ahora? Porque yo, como casi todos los que nos dedicamos a esto, llevo años compartiendo piso con el síndrome del impostor. Ves el trabajo de otros diseñadores visuales y parece que todos han sido tocados por una varita mágica. Y no digo que no haya Mozarts del diseño por ahí, pero en mi experiencia, la mayoría llegamos a las ideas a base de insistir, fallar, y hacer muchas horas extras, tomándote el trabajo ya como algo personal y revolcándote en versiones horribles hasta dar con algo medio decente. Pero eso no se enseña. Se esconde. Porque claro, todos queremos parecer tocados por las musas y ser los nuevos Mozarts del diseño. Así se genera una imagen romántica del trabajo creativo, como si fuera algo místico y reservado solo a “gente especial”. Y no. Creo que la mayoría de los diseñadores somos terrenales y no estamos tocados por la varita mágica de la creatividad instantánea. Somos personas con un trabajo como quien te lleva contabilidad o quien te pinta la cocina. Y los trabajos más bonitos o los perfiles más creativos suelen tener detrás una burrada de horas que no se muestra. Nuestro trabajo también se puede contar, desmontar y entender. Especialmente todo lo que ocurre antes de que una idea parezca brillante. O decente. O, al menos, presentable.

Durante el proceso hay de todo: bloqueos, dudas, inseguridad, momentos de “¿qué estoy haciendo?” o “esto en mi cabeza molaba más”. Y justo ahí es cuando el impostor te salta a la chepa y se instala. Pero también están los otros momentos: cuando algo encaja, cuando alguien del sector (alguien que no es tu madre ni tus amigos) te dice que le gusta. Esa validación externa es "el oro" de esta profesión. ¿Deberíamos hacérnoslo mirar? Desde luego. Pero ahí está, hemos ganado nuestro minipunto de victoria frente al impostor.

Y el caso es que, al final, lo importante es el camino, aunque a veces no se disfrute y creamos que no tiene ningún sentido lo que estamos haciendo. Y lo difícil es confiar en que si hoy algo no vale, ya valdrá más adelante. Y sí, también sé que esto suena naïf. Y a libro de autoayuda. Sobre todo en un mundo capitalista donde todo tiene que estar para ayer, en cantidad y no en calidad, y donde el primer resultado que les da la IA a muchos, ya les vale. Porque además ¿qué hago yo aquí escribiendo un blog, cuando ya casi nadie lee blogs? Pues igual, justo por eso, como una forma de resistencia.

Este es un sitio para personas que invierten su tiempo en leer y en aprender sobre procesos que llevan tiempo, que se hacen con cariño, aunque a veces no lleven a ningún sitio ni sean "presentables", pero aún así merecen ser contados. Porque al menos te habrás reído, cabreado o entendido algo. Como decía Montoya el de la Isla de las Tentaciones: “esto no son cuernos, es aprendizaje”.

Este blog es para eso. Para desromantizar y aterrizar nuestra profesión. La del diseñador de a pie, que no sale en conferencias ni vive en una cabaña minimalista, pero que disfruta de su trabajo y de aprender, sea cual sea el resultado.

Un lugar donde soltar lo que pasa en el backstage. Lo que pienso mientras trabajo. Lo que me bloquea o me motiva. No soy una experta. Estoy aprendiendo. Siempre.

Y más ahora, porque honestamente me siento perdidísima con el tsunami de herramientas de IA y todo el ruido que las acompaña. Pero bueno, voy a echar a andar. Hay muchos caminos posibles, y yo empiezo aquí.

Espero no dar muchas vueltas… o sí.